En medio de un desierto de cactos y matorrales se levanta el pueblo de Real de Catorce, en el estado de San Luis Potosí. Para entrar a la población, es necesario cruzar un cerro mediante un largo túnel que desemboca en lo que ahora casi es una ciudad fantasma. Pero no siempre fue así, pues durante la Colonia era un importante centro minero, el cual, incluso, poseía su propia Casa de Moneda.
Lamentablemente, en el siglo XIX se inundó buena parte de las minas y la urbe sufrió una rápida decadencia. Mas aún, permanece en ella un misterioso atractivo capaz de generar varias historias de tesoros escondidos y de fantasmas. Así, según los testimonios recogidos por el investigador Homero Adame, los pobladores actuales de Real de Catorce y sus alrededores todavía cuentan las siguientes historias de aparecidos.
Hace muchos años, un joven trabajador de la estación de ferrocarril Catorce desarrollaba su acostumbrada rutina de mantenimiento de las vías. En medio del espeso calor del desierto (al cual, sin embargo, ya se había acostumbrado), el "garrotero" supervisaba la colocación de unos rieles.